A veces salgo de clase con la sensación de que voy unos cuantos pasos por detrás de vosotros. Llego a la tutoría con intención de daros ánimos y me encuentro con un grupo de alumnos que afronta el trabajo con toda tranquilidad, fatigados por el esfuerzo, pero capaces de hacer las tareas cuidando hasta el más mínimo detalle, que no se conforman con saber hacer sin comprender, que se muestran preocupados, si acaso, por no poder rendir al cien por cien...
Fantástica la lección de generosidad del viernes, con un montón de gente dispuesta a ayudar a los compañeros que tienen dificultades en alguna asignatura. Aprovechad esa energía. Tener al lado a personas así es todo un lujo.
Pero lo que me dejó realmente fascinado en esta última tutoría fue el chispazo de madurez que pude percibir en muchos de vosotros cuando manifestabais vuestro deseo de no ser tratados como niños y vuestra disposición a trabajar con la mayor autonomía posible. No puedo ni siquiera imaginar adónde puede llegar este grupo en los dos trimestres que aún nos quedan por delante.